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02/06/2023 | Agrofy News
Día de la leche: el arte del ordeñe, una actividad que no entiende de feriados, clima ni contexto
En el Día de la Leche, la crónica de los 365 días de entrega y dedicación en la rutina diaria del ordeñe

 

El reloj marca las 3:30 de la mañana, y los tamberos se ponen en marcha. Es en medio de la oscuridad que buscan a las vacas, y con paciencia y destreza, las conducen hacia el tambo, donde la magia comienza a tomar forma.

Día de la Leche: un día en el tambo
El ritual sagrado del ordeño comienza alrededor de las 4:00 o 4:30 de la mañana. Las vacas ingresan al corral, esperando su turno para ser ordeñadas. Algunas son guiadas hacia la fosa. Otras se alinean en espera.

La danza comienza. Y la rutina de ordeñe se convierte en un proceso vital que se repite dos o incluso tres veces al día en los tambos. Es una labor minuciosa llevada a cabo por los tamberos y sus operarios, quienes trabajan en la fosa de ordeñe, estando al frente de la producción primaria en el tambo.

Todo comienza con el traslado de las vacas desde el potrero hasta la sala de ordeñe. Una vez en la sala, cada vaca se ubica en su lugar designado, donde se encuentra la pezonera. Se procede a colocar la pezonera en cada una de las cuatro tetas de la vaca. Antes de esto, se realiza una limpieza individual de cada pezón utilizando soluciones antisépticas o pre selladores especiales.

Una vez que la pezonera está en su lugar, la máquina de ordeñe genera un vacío que estimula la eyección de la leche. La duración de la eyección de leche varía según la vaca, normalmente entre cuatro y cinco minutos. La leche cae en el colector, que es parte de la araña donde se encuentran las pezoneras, y desde allí es transportada a través del tubo de leche hacia la cisterna y finalmente al tanque de almacenamiento.

Una vez que la vaca ha completado el proceso de ordeñe, se corta el vacío, se retira la pezonera y se sellan los pezones. Se aplica un sellador con solución iodada o clorada en cada uno de los cuartos de la ubre para prevenir cualquier tipo de contaminación. Luego de esto, la vaca sale automáticamente de la sala de ordeñe y generalmente se dirige a beber agua y luego a la zona de alimentación.

Es importante destacar que el tambero se dedica a esta labor las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 30 días del mes y los 365 días del año. Cada día, la vaca recibe este cuidado y tratamiento necesario para garantizar su bienestar y la producción de leche de calidad.

Una vez que la última gota ha sido recolectada, la leche fluye hacia el tanque de frío, esperando su destino final. Mientras las máquinas y los corrales son limpiados, el tambero, además, se ocupa de las tareas adicionales, asegurándose de que todo esté en orden.

La leche reposa en el tanque, esperando su llamado. Si es el primer ordeño del día, permanecerá allí hasta la tarde, cuando el camión recolector llegue para llevarla a su destino. Pero si el camión ya ha venido por la mañana, el tanque es lavado minuciosamente, preparándose para una nueva jornada.

La vida en el tambo no es solo ordeñar. Es un compromiso constante. Los tamberos cuidan a las vacas. Muchas veces asisten en los prepartos, realizan inseminaciones y supervisan los partos. Son guardianes de la vida.

Aunque se estima que a fin de año habrá alrededor unos 300 robots ordeñando vacas, esta es la historia de la mayoría de las casi 10.000 unidades productivas que hay en el país. Si hay una historia de resistencia, es la de los tamberos. Cada día, se levantan en la oscuridad para asegurarse de que la leche llegue a nuestras mesas. A pesar de saber que no existen feriados y sabiendo que su esfuerzo es fundamental para uno de los alimentos más apreciados en todo el mundo: la leche.

Así es el tambo, una crónica de sacrificio y devoción. Detrás de cada gota de leche hay una historia de esfuerzo y valentía, escrita por manos que dedican su vida a la noble tarea de alimentar al mundo.

 

 


 


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